sábado, 15 de enero de 2011

La tentacion totalitaria










-----------------------------------------------Jean-François Revel
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Fotografía tomada en 1999.

Jean-François Revel (nacido el 19 de enero de 1924 en Marsella (Francia) y fallecido el 29 de abril de 2006 en el Centro Hospitalario Universitario de Kremlin-Bicêtre, en Val-de-Marne, cerca de París) fue un filósofo, escritor, periodista, gastrónomo, miembro de la Academia francesa y polemista político.

Dio clases de filosofía en Argelia, en el Instituto Francés de Ciudad de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Florencia durante los años cincuenta. Inició su carrera literaria y periodística en 1957. Militante socialista hasta 1970, empezaría a desmarcarse de esta tendencia a partir de su primer ensayo político de gran éxito (Ni Marx ni Jésus).

Fue redactor jefe de las páginas literarias de France-Observateur, director y miembro del consejo de administración de L'Express entre 1978 y 1981, cronista de Le Point, Europe 1 y Radio Télévision Luxembourg. Trabajó como consejero literario en las editoriales Julliard y Éditions Robert Laffont. Fue autor de numerosas obras, entre las que destacan El conocimiento inútil, Ni Marx ni Jesús, La tentación totalitaria, Un festín en palabras, El renacimiento democrático, El monje y el filósofo y La gran mascarada.

A lo largo de su carrera obtuvo el Premio Konrad Adenauer (1986), el Premio Chateaubriand (1988) y el Premio Jean-Jacques Rousseau (1989), entre otros. En España, recibío la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Revel se proclamó ateo y defensor del liberalismo democrático, el único sistema que funcionaría adecuadamente, en su opinión. Fue uno de los mayores polemistas del panorama filosófico-periodístico francés de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. De joven había participado activamente en la Resistencia de la Francia ocupada contra el nazismo, y más tarde tras una etapa como militante socialista, acabó atacando ferozmente al marxismo y totalitarismo soviéticos.

Durante sus últimos años de vida, fue colaborador habitual del semanario Le Point.
[editar] Algunas obras de Revel en español

* Los italianos al desnudo. Ed.Siglo Veinte. Buenos Aires. (1965)
* La tentación totalitaria. Plaza & Janes. (1976)
* El Estado megalómano. Planeta. (1981)
* Cómo terminan las democracias. Planeta. (1985)
* El conocimiento inútil. Espasa-calpe. (1993)
* El monje y el filósofo. Urano. (1998)
* La gran mascarada. Ensayo sobre la supervivencia de la utopía socialista. Taurus. (2000)
* Un festín en palabras. Historia de la sensibilidad gastronómica,de la antigüedad a nuestros días. Tusquets. (2001)
* Diario de fin de siglo. Ediciones B. (2002)
* La obsesión antiamericana. Dinámica, causas e incongruencias. Urano. (2003)

[editar] Principales obras de Revel en francés

* Pourquoi des philosophes ? (1957)
* Pour l'Italie (1958)
* Sur Proust (1960)
* La Cabale des dévots (1962)
* Contrecensures (1966)
* Ni Marx ni Jésus (1970)
* La Tentation totalitaire (1976)
* La Grâce de l'État (1981)
* Comment les démocraties finissent (1983)
* Le Rejet de l'État (1984)
* Une anthologie de la poésie française (1984)
* Le Terrorisme contre la démocratie (1987)
* La Connaissance inutile (1988)
* L'Absolutisme inefficace, ou Contre le présidentialisme à la française (1992)
* Le Regain démocratique (1992)
* Histoire de la philosophie occidentale, de Thalès à Kant (1994)
* Le Moine et le Philosophe (en collaboration avec son fils Matthieu Ricard) (1997)
* Le Voleur dans la maison vide, Mémoires (1997)
* Fin du siècle des ombres (1999)
* La grande parade. Essai sur la survie de l'utopie socialiste (2000)
* L'obsession anti-américaine (2002)

[editar] Enlaces externos

* Recopilación de artículos de homenaje a Revel, con motivo de su fallecimiento.
* Jean François Revel en Liberalismo.org
* Obituario en La Ilustración Liberal
* Chez Revel (en francés)
* Obituario

Un fantasma se divisa en el sombrío horizonte de la crisis económica y financiera global: el fantasma del fascismo. El fantasma de la tentación totalitaria, encarnada por los demonios del racismo, la xenofobia, el nacionalismo y el populismo.

Desengañémonos, el fascismo no ha muerto. El parte de defunción de la “barbarie negra”, firmado por los jueces del Tribunal Internacional de Nürenberg, se limitaba a poner fuera de la ley a los nazis alemanes, cómplices y colaboradores directos e indirectos de Adolfo Hitler. Aunque no nos quepa duda de que hoy en día no se dan las condiciones para el resurgir de un régimen de corte hitleriano, tampoco hay que descartar la posibilidad de enfrentamientos y conflictos de otra índole, capaces de desembocar en nuevas formas de intolerancia.

El historiador Ian Kershaw, autor del libro Hitler, los alemanes y la solución final, afirmaba recientemente que la inestabilidad que se ha ido adueñando del mundo moderno refleja claramente el malestar que reina en varios países, incapaces de cerrar las heridas de los conflictos del siglo XX. En un artículo publicado en el Internacional Herald Tribune, Kershaw recuerda que Hitler llegó al poder respetando las normas del sistema democrático. Para conquistar a los alemanes, jugó a fondo la baza de la frustración y el resentimiento provocados por la derrota militar de 1918 y la acentuada situación de desamparo que afectó a los países del Viejo Continente en los años 20 y 30 del siglo pasado.

Kershaw detecta nuevos síntomas de intolerancia en Rusia, Alemania, Serbia y Venezuela, poniendo como ejemplo el populismo de Vladimir Putin y Hugo Chávez, el nacionalismo racista de Slobodan Milosevic y las agresiones perpetradas por grupúsculos neo nazis alemanes contra la comunidad turca afincada en el país germano.

Por otra parte, conviene recordar que los prolíficos y radicales movimientos antisistema, generadores de nuevas formas de intolerancia, supieron aprovechar los inquietantes síntomas de debilidad estructural de las democracias occidentales. La pobreza, el paro, así como la frustración derivada de la ausencia de modelos sociales válidos, constituyen el caldo de cultivo de los radicales. A ello se le añade el desconcierto provocado por la actual crisis económica, por la súbita desaparición del aberrante universo virtual creado por especuladores de toda índole.

Curiosamente, Kershaw apenas alude en sus colaboraciones periodísticas, publicadas antes de la internacionalización de la crisis de las hipotecas basura, a otros elementos clave para la estabilidad (o tal vez, inestabilidad) futura de Europa, como por ejemplo el avance del movimiento nacional-socialista germano, de la apuesta xenófoba de los seguidores del neo nazi austriaco Jörg Heider, del populismo autárquico que se abre camino en la Italia de Berlusconi.

La tentación totalitaria no es en sí algo novedoso. Se trata de un fenómeno que suele surgir en situaciones de crisis aguda, cuando la sociedad “huérfana” trata de buscar refugio en la hipotética seguridad que le proporcionan las estructuras de gobierno férreas o, pura y simplemente, los… dictadores. La sociedad “huérfana” tiende a apartarse de los valores tradicionales de la democracia, limitándose a buscar un caudillo, un jefe un führer.

En este contexto, la crisis que se avecina podría acentuar la degradación progresiva de nuestros valores morales, allanando la vía a la tentación totalitaria. Nos hallamos, pues, ante un enemigo igual de peligroso (o más) que el desempleo o la precariedad económica, síntomas llamados a desaparecer al final de una larga travesía del desierto. Sin embargo, el totalitarismo no se rinde. El totalitarismo se instala, perdura. No hay que permanecer inactivos ante el peligro. Recordemos el patético mensaje del literato alemán Martin Niemöller, tantas veces atribuido a Bertolt Brecht: “Luego (los nazis) vinieron por mí, pero ya era demasiado tarde… ya no quedaba nadie para decir nada”.

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La tentación totalitaria

Por Julio María Sanguinetti
El País
Febrero 2007

Todos los regímenes autoritarios han intentado rescribir la historia. Quizás Stalin sea el ejemplo más clamoroso, pues sintió la necesidad de borrar a Trotsky y encargó a historiadores oficialistas un relato sin la presencia del versátil líder, quien a su vez se vengará escribiendo una implacable biografía del dictador. Sin remontarnos tanto en el tiempo, es notorio cómo desde el Irán se está armando una reconstrucción histórica del nazismo que borra el Holocausto judío. A nuestra escala estamos viviendo parecido empeño por "usar políticamente del pasado", como reza el título de la obra dirigida por J.Francois Hartog y Jacques Revel.

Como tuvimos ocasión de expresarlo a las autoridades del Codicen, la sola elección de los profesores para dar los cursos y armar la "guía" de orientación a docentes ya "flechó la cancha". Designar a los historiadores Álvaro Rico, Carlos Demasi y Vania Markarian fue optar por "una" versión de la historia contemporánea nacional que responde a la del actual gobierno. No se trata de descalificarlos personalmente, porque son profesores que han trabajado y publicado sobre el tema, pero justamente esa divulgación es la que acredita que todos ellos militan en el mismo rumbo. Por ejemplo, el Profesor Álvaro Rico ha publicado un libro de 759 páginas que, bajo el espectacular título de "15 Días que Estremecieron al País", relata la huelga general que decretó la CNT en ocasión del golpe de Estado. El considera ese hecho decisivo y hay quienes, habiendo vivido el tiempo y la época muy de cerca, consideramos que ello no tiene nada que ver con la realidad, pues la tal huelga se desfondó a las 48 horas cuando el transporte retomó su actividad y llegamos a un fin de semana con fútbol y cine, como siempre. Los diarios de la época lo permiten comprobar a quien se tome el trabajo de leerlos. Pues bien, el historiador cree de buena fe que el episodio es muy importante y con la misma buena fe, nosotros pensamos que la escasa resonancia de la temida "huelga general revolucionaria" solamente alentó a la dictadura. El historiador tiene toda su libertad para publicar sus tesis, pero la autoridad pedagógica carece de legitimación para imponer a la sociedad su sola y exclusiva versión. ¿No había ningún otro profesor, perteneciente a otra tendencia historiográfica, que pudiera ser convocado?

Allí empieza la cuestión, entonces. Se procuró, deliberadamente, ofrecer una versión y se eligió a quienes pública y notoriamente la representaban. Y ellos cumplieron fielmente el mandato, pese a que afirman que han recogido versiones diversas de autores plurales. Por cierto no es así y basta señalar una omisión técnicamente insuperable: no hay un documento oficial. Para el análisis de la historia contemporánea, o sea la de gobiernos que terminaron sus mandatos hace apenas dos años, no se recoge una Memoria del Poder Ejecutivo, donde tradicionalmente cada gobierno ofrece su interpretación del "estado de la nación" (como reza el texto constitucional que les obligado a hacerlo).

Nuestro mayor historiador, don Eduardo Acevedo, se nutrió abundantemente de esas Memorias para escribir sus clásicos Anales. ¿A quién se le ocurriría otra cosa, si hablamos de una historiografía medianamente científica? ¿Que no puede ser la fuente única y exclusiva? Por supuesto, pero es incuestionable que nadie puede narrar ese tiempo sin confrontar el relato de sus gobernantes con el de sus opositores o analistas.

Quien lea el conjunto, tendrá claras las líneas directrices de este esfuerzo historiográfico:

l) intenta demostrar que el "autoritarismo" fue anterior a la dictadura y que una "medida pronta de seguridad" tomada por un gobierno democrático, dentro de las normas constitucionales, para enfrentar una paralización de un servicio público, es un acto dictatorial;

2) manipula la cronología de los hechos argumentando que la "represión" fue previa a la "subversión" cuando ésta, inspirada en la revolución cubana y nacida en 1963, fue enfrentada con la policía y recién en septiembre de 1971 con el ejército, ya encima de las elecciones nacionales, al producirse la fuga del Penal de Punta Carretas;

3) enterrar la histórica doctrina oficial de los partidos socialista y comunista, contraria al régimen democrático, despectiva de las libertades y derechos humanos, a los que considera garantías sólo "formales", tal cual lo ejemplificaban sus admirados sistemas totalitarios de Europa del Este;

4) pasar como sobre ascuas encima del hecho que el Frente Amplio y la CNT se adhirieron al golpe de Estado militar en febrero de 1973 y que no se introdujeron en él porque las corrientes más anticomunistas de las Fuerzas Armadas los bajaron del tren, con un pie y medio adentro;

5) cuestionar la pacífica transición democrática realizada por el Uruguay, que restituyó todos los derechos y libertades y permitió su goce pacífico, cuando en la Argentina, sin ir más lejos, el Presidente Alfonsín debía enfrentar sacrificadamente sublevaciones militares y guerrilleras con muertos y heridos;

6) ignorar sistemáticamente que la Ley de Caducidad fue una amnistía espejo de la dictada a favor de los guerrilleros que habían enfrentado la democracia y que había dejado impunes varias decenas de crímenes y a miles de integrantes de organizaciones violentistas;

7) esconder que luego del plebiscito que popularmente ratificó la Ley de Caducidad todos sus promotores dijeron que el tema estaba clausurado y que luego, durante cinco años, no sólo las dirigencias tradicionales sino la del Frente Amplio jamás volvieron a tocar la posibilidad de reabrir investigaciones sobre las violaciones ocurridas durante la dictadura;

8) tratar de instaurar la doctrina de que son imprescriptibles los delitos cometidos desde el Estado pero no hay delitos de lesa humanidad cometidos por guerrilleros (como ETA por ejemplo, para no emplear el socorrido ejemplo vernáculo);

9) grabar a fuego el sentimiento de que quien fue víctima de la dictadura, por ese solo hecho tiene razón, aunque antes hubiera atentado contra la democracia; y que quienes no usaron la violencia en contra del autoritarismo, no fueron reales opositores;

10) atribuirle a los partidos tradicionales la intención de reformar la Constitución para impedir el triunfo político del Frente Amplio, cuando la instauración de una segunda vuelta electoral se había acordado con el propio General Seregni; como asimismo ignorar que esa propuesta, inspirada en Francia, fue para darle mayor fuerza institucional a un Presidente que difícilmente contaba con mayoría.

No da el espacio para traer las citas que sustentan cada afirmación. Pero no tenga nadie duda de que la tal "guía" dejará esas ideas en la mente de quien la siga. Y que los demócratas, los que defendimos a la democracia cuando la querían voltear los inspirados en Cuba, los que enfrentamos a la dictadura sin claudicar, los que logramos sacrificadamente el restablecimiento democrático y desde el primer día de marzo de 1985 hicimos posible el libre ejercicio de todos los derechos, somos unos personajes por lo menos confusos y dudosos.

Los que no son confusos ni dudosos son los historiadores oficialistas: está muy claro lo que quieren imponerle a los jóvenes de este país como "verdad revelada".

Ex Presidente de la República del Uruguay

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