lunes, 31 de mayo de 2010

LA REPRESIÓN DEL ARTE BAJO EL NACIONALSOCIALISMO

Por Lorena Cortés

Introducción
El siglo XX llegó acompañado de un gran número de inventos en el ámbito técnico e industrial así como de nuevos conocimientos decisivos en las ciencias humanísticas y naturales. La teoría de la relatividad de Einstein, el psicoanálisis de Freud, el descubrimiento de los rayos x o bien la primera fisión nuclear, obligaron al hombre a pensar de una forma diferente, más abstracta. Los nuevos conocimientos pusieron de manifiesto que detrás de la realidad se esconde mucho más de lo que puede percibirse mediante el sentido de la vista.
Esta situación se acentuó a causa de los cambios que se produjeron en la propia percepción de los sentidos, puesto que la invención del automóvil, del telégrafo, del avión y de muchas otras cosas, dieron a la rapidez y al tiempo una nueva dimensión que requería de percepciones mucho más aceleradas.El mundo se encontraba conmocionado, sufriendo las consecuencias del desarrollo de la gran guerra europea (1914-1918). Una guerra devastadora que terminó con un ideal decimonónico de mundo liberal burgués y que dejó, por el contrario, la desolación, el vacío, la pérdida de sentido de lo hasta ahí legitimado como promesa civilizadora en nombre de la razón y el progreso humano. La guerra había extendido la certeza de que la democracia era un sistema político muy imperfecto, que el conflicto internacional se había llevado consigo.
En efecto, la primera guerra mundial trajo consigo la formación de un nuevo sistema, el Comunismo. La principal preocupación de las dirigencias occidentales, entre ellas el Fascismo italiano y el Nazismo alemán, durante la etapa de entre guerras consistió en elaborar un sistema político, económico y social capaz de garantizar el orden social y de liquidar de raíz la posible difusión del llamado "peligro rojo".Todos estos elementos van constituyendo un campo de relación, en la cultura, entre política y arte. Un campo de relación que por primera vez se constituye de manera precisa, evidente y que se va a prolongar a lo largo del SXX.
Es un universo cultural donde lo político y el arte conforman un espacio de izquierda básicamente anti-reformista, de corte revolucionario, contestatario, crítico, fuertemente anti-burgués y pro-socialista. Sin embargo, todos estos cambios no fueron aceptados con tanta euforia por la joven generación de artistas como en su día lo hicieron los impresionistas. La cara oculta de la modernización (alienación, aislamiento y masificación) quedó al alcance de la vista, sobre todo en las metrópolis. Los artistas, en su función de apasionados reformadores del mundo que deseaban derrocar el orden establecido, buscaban "un arte nuevo para un mundo nuevo". Cuadros cargados de emoción debían captar los sentimientos más íntimos del ser humano... Estas vanguardias de tendencia socialista, van a ser intensamente perseguidas por el Nacional-Populismo surgido en Alemania.
El presente trabajo pretende dilucidar la relación existente dentro de la cultura germánica del siglo XX, entre política y arte. Para desarrollar el mismo, me centraré en Alemania, país que ha sido caldo de cultivo para el desarrollo de las distintas vanguardias y más precisamente en la corriente expresionista y su relación con el surgimiento del Nazismo.


Expresionismo
Orígenes
El expresionismo surge en Alemania, en la primera década del siglo XX, como oposición al positivismo materialista imperante en la época, en un intento de ofrecer una nueva visión de la sociedad basada en la filosofía nietzscheana y la renovación del arte basada en la búsqueda subjetiva de lo esencial atendiendo exclusivamente al sentimiento vital sin someterse a ninguna regla.El expresionismo es un movimiento que no sólo atañe a las artes plásticas, sino que afectó a todas las esferas de la creación, arte, literatura, música, siendo en el campo de la narrativa donde alcanzó su mayor grado de compromiso. En la evolución de la pintura expresionista alemana existen tres momentos distintos. El primero se desarrolla en Dresde a raíz de la constitución en 1905 del grupo Die Brucke (El Puente) y dura hasta 1913; el segundo se desarrolla en Munich de 1910 a 1914 y está protagonizado por el grupo Der Blaue Reiter (El jinete azul) del que surgirá la primera pintura abstracta ; el tercero se desarrolla en el periodo de entre guerras (desde comienzos de los años veinte hasta 1933, año en el que subió al poder el nazismo) y está unido al concepto de "Neue Sachlichkeit" (nueva objetividad) con un planteamiento muy distinto del expresionismo inicial desarrollado por ambos grupos.El expresionismo alemán se extendió a países como Holanda, Bélgica y Francia. Y
el régimen nazi alemán definió al expresionismo como "arte degenerado", cuyos artistas de esta tendencia fueron proscritos y muchas de sus obras destruidas.Influencias De innumerables ramificaciones y matices, los movimientos expresionistas tomaron influencias de la pintura de los post-impresionistas Vincent Van Gogh y Paul Gauguin, cargada de sentimientos y concepciones en su utilización expresiva del color y la gestualidad del trazo.El expresionismo en la obra del noruego Munch, se evidencia en sus representaciones del miedo, la desesperación, la sexualidad atormentada, los celos y la morbosidad. Todos estos son temas que Munch representó para "liberarse a sí mismo de los demonios". Aunque "El grito" sea la expresión pictórica de un sentimiento de miedo personal mientras paseaba con un amigo, Munch logra expresar en este cuadro el desfallecimiento del hombre ante una realidad cada vez más compleja y confusa.Los expresionistas también encontraron la fuerza expresiva que buscaban en el arte de otras culturas. Las esculturas y máscaras de África y Oceanía, de clara descendencia primitivista, representaron para los artistas europeos una valiosa fuente de inspiración.

Movimiento artísticoComo su propio nombre indica, el expresionismo es un arte que pretende ser expresivo de su autor y de su época, al tiempo que quiere conmover al espectador lanzando mensajes de tipo emocional. Surgido en un período de crisis, reflejó los problemas de su tiempo y las angustias del hombre mediante la fuerza expresiva de los colores, la textura y la línea.En España se consideran pintores expresionistas Isidro Nonell, José Gutiérrez Solana, Rafael Zabaleta, y algunas épocas de Picasso. En Francia, además de los fauvistas, se consideran expresionistas algunos pintores de la [[Escuela de París]], como Soutin, Chagall, Pascin y Modigliani. En Austria es representante de esta corriente Kokoshka, y en América Feininger. En Italia, a Viani y Sironi. Como escultores destacan Barlach y Lehmbruck.El expresionismo es una manera de inclinar la balanza de un cuadro desde la forma hacia la expresión del contenido. Potenciar el impacto emocional del espectador a través del colorido, las formas retorcidas, la composición agresiva, etc., son algunos de los objetivos de los artistas que practican esta forma de pintar, objetivos perfectamente conseguidos por Emil Nolde en su Figura y Máscara. Pinturas expresionistas las podemos hallar desde los inicios del arte, siempre que respondan a esta intención de moldear la realidad para volcarse sobre la emoción interior. Así, los rostros de la pintura románica son plenamente expresionistas o las esculturas medievales de monstruos del infierno. Algunos de los grandes maestros de la pintura se consideran expresionistas en este sentido.Según entraba el siglo XX el expresionismo se definió más como corriente característica dentro de los "ismos" de la vanguardia, o mejor, en oposición a ellos, en especial a la mesura racionalista del cubismo. Estos movimientos estuvieron muy ligados a otras formas artísticas, como el teatro, la música y la literatura: Schoenberg puso música a muchas exposiciones del primer grupo expresionista, Die Brücke; Kafka, Bertold Brecht y Strindberg ocuparon las filas de los dramaturgos. Tras el experimento del primer grupo, otra formación denominada Der Blaue Reiter toma el relevo. Sus realizaciones serán trascendentales en la historia del cine, con el cual interactuaron continuamente: F. W. Murnau, Robert Wiene, Fritz Lang y Max Mack.

Surgimiento del nazismo
Después de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, y al firmarse el Tratado de Versalles (1919) se responsabilizó a Alemania de la confrontación. Y se le despojó de sus territorios coloniales y le obligó al pago de costosas reparaciones de guerra. Evidentemente, se vio afectada la vida económica y política del país germano. La pobreza creció y desesperanzó a mucha gente, especialmente de la casi extinta clase media, que comenzó a unirse a varios grupos radicales nacidos de la posguerra.Sin embargo, la situación económica tendió a mejorar hasta que la Gran Depresión (1929) puso el toque final para la desesperación del pueblo alemán al percibir que el gobierno no podía controlar la crisis.Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia, características de la vida militar, eran las virtudes cardinales de la moral nacional. En consecuencia, muchos patriotas comenzaron a demostrar su preocupación por la irresponsabilidad y el relajamiento que parecían caracterizar al régimen republicano de gobierno."Nuestra miseria aumentará, el Estado se ha convertido en ladrón y en estafador. Necesitamos una dictadura"(2), alentaba Hitler."Cualquier ideal del mundo, aunque sea mil veces justo y, grandemente conveniente para la humanidad, seguirá careciendo de fuerza para la vida de la nación, hasta que no se haga de sus principios la base de un movimiento combativo, capaz de subsistir como partido hasta que la acción no se vea coronada por el triunfo y hasta que sus dogmas partidarios no se conviertan en una nueva ley fundamental del Estado, para toda la comunidad"(3).

Adolf Hitler El mismo año de la firma del Tratado de Versalles, 1919 se funda, en Munich, el Deutsche Arbeiterpartei (Partido Obrero Alemán) del que más tarde sería líder Hitler al poco tiempo de unirse a él. El 24 de febrero de 1920 se realizó el primer mitin de este partido en el cual se leyó el Programa del Partido (prácticamente redactado por Hitler) que constaba de 25 puntos que proponían dogmas racistas, antisemitas y nacionalistas. De ellos destacan: (4)4.- Nadie, fuera de los miembros de la nación, podrá ser ciudadano del Estado. Nadie, fuera de aquellos por cuyas venas circule sangre alemana (...) Por consiguiente, ningún judío será miembro de la nación.7.- (...) Si no fuera posible alimentar a toda la población del Estado, será indispensable que los residentes extranjeros (no ciudadanos del Estado), sean excluidos de la Nación."8.- (...) todo no ario llegado a Alemania a partir del 2 de agosto de 1914 (se le obligue) a abandonar inmediatamente el territorio nacional.25.- Para realizar todo lo que precede, exigimos la creación de una poderosa autoridad central del estado. Incuestionables atribuciones del Parlamento políticamente centralizado sobre toda la Nación y su organización (...) Los jefes del partido juran consagrarse sin desmayo - y, si fuera menester, sacrificar su vida - para lograr el cumplimiento de los sobredichos puntos." En febrero de 1933, el edificio del Parlamento fue incendiado. Los nazis manipularon el hecho para culpar a los partidos socialistas, el KPD (Partido Comunista Alemán) y más tarde al SPD (Partido Social Demócrata). Fueron perseguidos y reprimidos violentamente al punto de que no existió una verdadera oposición. Luego, todas las organizaciones políticas pasaron a la ilegalidad y la ley convirtió en delito la formación de algún partido quedando como único el NSDAP (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores, -Partido Nazi-). Ese mismo año se sancionó una ley que hacía inseparable al partido nazi del Estado.

La captación de las masas
Más allá de las razones políticas, económicas y culturales que propiciaron el surgimiento del nazismo, se deben observar otras razones que no necesariamente entran en la lógica de un análisis racional de este fenómeno.En este caso, la gigantesca acumulación de poder que ostentaba Adolf Hitler no estaba basada sólo en coordenadas políticas dentro del III Reich: la razón principal de este éxito fue el empleo de la violencia psíquica. La propaganda del régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta Führerideologie (ideología del jefe). Renunciando a toda argumentación objetiva, los llamamientos de Hitler al pueblo alemán consistían en presentar a las masas solamente "la gran meta final". El tipo de mando autoritario y carismático (retomando el concepto de Max Weber), otra de la características distintivas del nazismo, tiene una estrecha relación con esta situación de presión propagandística basada en el miedo.La propaganda, era considerada por Goebbels, intelectual a cargo del ministerio de propaganda nazi, como un arma de guerra, constituía el elemento fundamental con el que se atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad propagandística tenía dos funciones primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante un número reducido de ideas. Los que sucumbían ante esta estrategia eran pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resultaba de una sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor soviético Serge Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad poseía un sistema nervioso inestable, y que a menudo se sentía contenta al verse dominada y guiada.Según palabras de Domenach: "la propaganda toma de la poesía la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la violencia de las imágenes"(5). Para actuar sobre los sentimientos de amor y alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos sublimados, se debían utilizar los bailes públicos, las tonadas populares, desfiles con la presencia de gimnastas o flores.Otro de los principios propagandísticos cuya comprensión ayuda a explicar el fenómeno de persecución y exterminio de minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que "la propaganda debe facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio"(6). En general, la táctica era desplazar la agresividad alemana hacia algún grupo marginal como los antes citados.El nazismo, tenía como propósito obnubilar a las masas mediante tácticas maquiavélicas de manipulación de información y control absoluto sobre prensa gráfica, radio, cine, arte, literatura e incluso teatro. Más que formas más o menos autoritarias de coerción, impusieron un verdadero régimen de terror policial.Esta frase de Voltaire se encontraba en la conciencia popular alemana "no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo."(7)Las bibliotecas fueron depuradas de libros "subversivos". El arte expresionista y de vanguardia fue considerado como un "arte degenerado"; en su lugar, el arte nacional-socialista exaltó el clasicismo greco-romano, la grandeza y los mitos alemanes, el heroísmo y el trabajo. Conocidos escritores y artistas no nazis (Thomas y Heinrich Mann, Lang, Gropius, Brecht, Dix, Grosz, Beckmann y muchos otros) y centenares de intelectuales, científicos, profesores, artistas y músicos judíos tuvieron que exiliarse."A los espíritus pusilánimes hay que recalcarles que en esto se trata del ser o del no ser."(8)Al asumir Hitler el poder, consideró que el arte moderno (por entonces de sesgo expresionista) era corruptor de la moral y la estética del pueblo alemán."Llegaban para combatir todo lo nuevo en el arte y el pensamiento, invocando una supuesta orientación que la mayoría reclamaba, y para restaurar valores pretendidamente populares, basados en la tradición, en la claridad, en el mensaje positivo, en el folclore" (9)La cultura artística e intelectual debía cumplir con fines y funciones inherentes al oficialismo de la sociedad nacional (estatal). El artista y el intelectual, asimismo, debían ser referentes institucionales de virtudes cívicas o morales. Lo particular, la independencia de ánimo, lo espontáneo- era oposición y degeneración social.Los artistas "degenerados" van a plantear el arte como una liberación concreta de lo instintivo, no solamente de lo reflexivo intelectual. El deseo de alcanzar una libertad de pensamiento los lleva a romper con cánones y estructuras, conduciéndoles por caminos insospechados; ese impulso se adueña de artistas y pensadores que siembran el germen de cambios y revoluciones que habrán de transformar el mundo hasta entonces conocido. El desarrollo de nuevas tecnologías e ideologías habrán de hacer cimbrar imperios y penetrar en las intimidades psicológicas del hombre.El arte de vanguardia va a contener variables ideológicas y teóricas donde va a reivindicar una violencia categórica de su mensaje artístico, como respuesta, desde las obras, a la violencia de la propia guerra, a la violencia del propio hombre, de la vida cotidiana, de un vivir en la metrópoli, de la pasividad, de la irracionalidad de las relaciones humanas alienantes y vejadoras del hombre.Hitler manifestaba que "la socialdemocracia teme menos a un hombre de genio, impotente y falto de carácter, que a uno dotado de fuerza natural, aunque huérfano de vuelo intelectual" (10)Con el advenimiento del nacional-populismo se actualizó la heteronimia del arte y sus justificaciones científicas acorde al totalitarismo del régimen nacional-socialista y una estética política. El Dr. Joseph Goebbels, Ministro de Información y Esclarecimiento Público del III Reich estableció un Arte Joven (oficial: germánico, clásico y romántico) impuesto al Arte Degenerado (opositor: cosmopolita, vanguardista). El nazismo se dedicó al saqueo de las colecciones públicas y privadas francesas de impresionistas y pos-impresionistas.Por tal motivo, el nacional-populismo, acorde con su drástica manera de actuar, decidió que dicha corriente artística debía ser suprimida, ya sea desde la persecución, la denigración o el agravio (no-aniquilación). Es así como el nazismo manipuleo el arte para enajenar a un pueblo destinado a seguir una ideología totalitaria de masas basada principalmente en el poder sustentado en el racismo.El primer paso fue clausurar el movimiento Bauhaus, llamado "caldo del bolchevismo cultural" (esto significaba, en la práctica, "decapitar" al arte moderno). A partir de entonces, todos los profesores y conservadores de museos sospechosos de simpatizar con los movimientos artísticos modernos fueron destituidos de sus cargos. Muchos fueron los que se adhirieron a este pensamiento, considerando que "los artistas intelectuales son buenos para nada, engreídos y vagos pseudo intelectuales que ocupan casas y reciben ayuda social" (11).En 1934, en Nurenberg, Hitler hizo su primer discurso declarando "arte degenerado" (en alemán: entartete Kunst) al arte moderno, y organizó una serie de exposiciones paródicas con obras de arte moderno, destinadas a ridiculizarlo. Dichas obras fueron traídas de los museos más importantes para la exposición y, demás está decir, nunca se devolvieron; la mayoría expiró en la gran quema de arte de Berlín (1939).El artista vanguardista era una individualidad feroz. Aún adhiriendo a ideas colectivas y a proyectos políticos revolucionarios, lo que expresaba era una nueva sensibilidad intimista, que captaba o podía manifestar quizás antes que el resto, lo que le incomodaba.El nazismo no hablaba entonces de los derechos de los individuos, sino del derecho de la comunidad del pueblo a defender su sustancia étnica-cultural de las intrusiones liberales.La ideología fascista toma el término biológico degenerativo (elemento vivo el cual ha cambiado tanto que ya no pertenece a su especie) para calificar el arte vanguardista de la época, pues sustentaron que lo que hacía era perder el espíritu tanto que ya no era un arte puro.En ese sentido retomaron las propuestas de Darwin sobre la herencia genética en la formación de las razas, pues la propuesta era expandir la idea de una raza superior alemana, retomando los modelos físicos de Noruega y Grecia principalmente como punto de identidad nacional propia. De esta forma mostraron a las vanguardias como sinónimo de impureza y desviación antinatural, propagando la falsa idea de que los artistas de estas corrientes ya habían degenerado incluso clínicamente hasta llegar a enfermedades mentales como la esquizofrenia, realizando estudios comparativos entre retratos de estas corrientes con fotografías de personajes que padecían enfermedades mentales.La paralela persecución a artistas e intelectuales sospechosos de estar vinculados con el "arte degenerado" o con el bolchevismo ocasionó la migración de artistas y escritores al extranjero (fundamentalmente a Suiza, pero también a Norteamérica u otros destinos). Durante este periodo, la única literatura alemana significativa fue producida por escritores exiliados de su país natal, entre los cuales destacan, por ejemplo, Thomas Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs, co-ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1966, que vivió en el exilio desde 1940 y continuó escribiendo en alemán. "Oh, las chimeneas", su poema más famoso, es un emotivo testimonio de la tragedia de los judíos bajo el nazismo.El 18 de Julio de 1937 Hitler pronunció un discurso en la apertura de la Casa del Arte Alemán, en Münich. En algunos de sus apartes señala los aspectos característicos de lo que el considera arte alemán y arte degenerado. En dicho discurso, se dijo que el arte era una expresión internacionalista, de ahí que toda comprensión o íntima asociación con el pueblo fuese proscripta; Se dijo que no existían cosas como el Arte del pueblo o, mejor, de la Raza; que esto había sido el arte de una cierta época, así, no fueron los griegos los que crearon el arte en Grecia ni los romanos el de Roma, etc. sino que cada tiempo tuvo su expresión artística. El arte es un fenómeno condicionado por el tiempo. Por lo tanto hoy no hay arte alemán ni francés, sino arte moderno. Esto significa reducir el arte a una moda amparada por el lema 'Cada año algo nuevo'; así surgieron impresionismo, futurismo, cubismo, etc. "Estos modernos eslogan creados respecto al arte resultarían cómicos si no fueran trágicos". (12)De cualquier modo, en 1945 las pautas de la creatividad cultural experimentaron una muy significativa modificación. Durante el período bélico, el impacto de la guerra se había podido percibir en la obra de algunos de los creadores más brillantes. El patriotismo democrático de Orwell representa muy bien el espíritu de la resistencia británica y los dibujos de Henry Moore nos ponen en contacto con patéticos seres humanos protegidos del bombardeo alemán en el metro londinense.Dalí eligió como tema de algunos de sus cuadros el impacto de la mortandad bélica, en cambio, Miró pareció dar por liquidado su compromiso y su obra eligió una senda mística, como la de quien se aísla para dar una solución a problemas tan sólo formales y alejarse de la trágica realidad del presente.La obra pictórica de los pintores Dubuffet y Fautrier, matérica e inspirada en los "graffiti" urbanos, nos pone en contacto con el dramatismo de la lucha en la resistencia o de los campos de concentración.

LiteraturaEl escritor expresionista da cuerpo al concepto de Nietzsche del artista como un crítico de los valores tradicionales. Además, igual que el pintor, el poeta o el novelista buscaba retratar las poderosas fuerzas interiores en la personalidad humana. Un lenguaje emocional exagerado y el dibujo de tipos abstractos más que de personajes realistas se convirtieron en medios para ese fin.El conflicto generacional se convirtió para muchos escritores expresionistas en un símbolo de la crítica de los valores tradicionales, como en Der Sohn (El hijo, 1914) de Walter Hasenclever. Las actitudes antibelicistas después de la I Guerra Mundial encontraron expresión en las obras de Ernst Toller, Fritz von Unruh y otros. Georg Kaiser, en su inmensa producción dramática, fue un especialista en el diálogo epigramático, que resultaba muy apropiado para la naturaleza abstracta y simbólica de sus personajes.Incluso resulta perceptible un muy claro impacto de la guerra en los intelectuales alemanes. Ernest Jünger había exaltado la civilización militarista y aristocrática, pero ahora en sus diarios resultó bien patente un deslizamiento hacia los juicios morales y estéticos incompatibles con el nazismo.Idéntica preocupación ética aparece en Karl Jaspers o en Bonhoeffer. En la narrativa de Heinrich Böll encontramos la exacta contrafigura del supuesto heroísmo nazi. Idéntico moralismo, como eje de la creación literaria, resulta muy perceptible en Albert Camus, defensor apasionado de unos valores humanos sin los cuales la vida no merece siquiera ser vivida. Apasionado de los valores solidarios nacidos en la Resistencia, Camus -como Mauriac- acabó por considerar detestable la depuración de la posguerraEl movimiento expresionista produjo algunos poetas de gran originalidad. Su tema central era la crisis de los valores individuales y colectivos, como aparece en los poemas de Georg Trakl, llenos de nostalgia y soledad; o los de Georg Heym, que expresaban la desesperación ante la miseria y la soledad de la vida urbana. Franz Werfel, escritor austriaco, el poeta más importante del expresionismo, escribió sobre su nostalgia de una armonía entre los hombres y la naturaleza.Elfriede Jelinek, escritora austriaca, ganadora del Nobel de Literatura 2004, dice al respecto, "Lo que me interesa por sobre todas las cosas es la crítica del lenguaje, y además mi método de escritura tiene que ver fundamentalmente con la música del lenguaje; trabajo con la acústica, con el sonido de las palabras, y juego con eso; llevo los juegos de palabras hasta su límite más banal, al que no le rehuyó para nada."(13)Los primeros dramaturgos expresionistas, August Strindberg en Suecia y Frank Wedekind en Alemania, ejercieron una fuerte influencia internacional sobre la siguiente generación de autores dramáticos, entre los que destacaron los alemanes Georg Kaiser y Ernst Toller, el checo Karel Capek y los estadounidenses Eugene O'Neill y Elmer Rice.

MúsicaLa música expresionista, que alcanzó su apogeo en el periodo de entreguerras, buscó la expresión de las ansiedades, los terrores ocultos y el cinismo de la sociedad contemporánea. Para ello empleó composiciones cuidadosamente estructuradas y emocionalmente intensas, deformando las técnicas convencionales y reemplazando las armonías tradicionales por otras más complejas y disonantes. La música es a menudo atonal o producto de la distorsión, la polifonía (simultaneidad de líneas melódicas) es con frecuencia densa, y la melodía, prácticamente irreconocible.Entre los mejores ejemplos destacan dos óperas tempranas del alemán Richard Strauss, Elektra (1909) y Salomé (1905); algunos trabajos del austriaco Arnold Schönberg, especialmente los pasajes dramáticos Erwartung (1909) y Die glückliche Hand (1913), así como el ciclo de canciones Pierrot Lunaire (1912); y las óperas Wozzeck (1921) y Lulú (1935; primera representación completa, 1979) del austriaco Alban Berg. Otros compositores con características expresionistas fueron Paul Hindemith en Alemania, Béla Bartók en Hungría y Serguéi Prokófiev en Rusia.


PinturaEn este movimiento es posible diferenciar en esta época, la llamada fase "mítica" o de formación del movimiento (influenciada por el surrealismo), que abarca desde principios de los cuarenta hasta después de la segunda guerra mundial. Esta se caracteriza por:- La pintura es concebida como una manifestación directa, espontánea y libre de convenciones de la subjetividad del artista basada en una necesidad interior (de carácter instintivo y exaltada en el grupo de Dresde y de carácter espiritual y sosegada en el grupo de Munich).- Imaginería extraída del subconsciente: de los mitos y símbolos que conforman los arquetipos universales de la experiencia humana y que se encuentran en el inconsciente individual (De Kooning, Pollock, Rothko).- Estilo abstracto biomórfico: composiciones con formas que semejan estructuras de plantas y animales, formas protozoicas o amiboideas creadas espontáneamente (Gorky); así como garabatos y símbolos primitivos o cósmicos: círculos, discos, etc. (Gottlieb).- Liberación del contenido naturalista de la forma mediante la libre interpretación de la realidad (las imágenes son creadas, no copiadas), para así expresar el mundo interior, subjetivo, del artista.- Utilización de diversos recursos en la interpretación subjetiva de la realidad: desproporción y distorsión de las formas según un impulso interior; esquematización o reducción de las formas a lo esencial atendiendo a un sentimiento vital de depuración de lo objetivo (por este camino Kandinsky llegará a la abstracción total).- Utilización del color y el trazo para subrayar (expresar) simbólicamente unos estados de ánimo.- Destrucción del espacio tridimensional.- Acentuación de la fuerza expresiva de las imágenes mediante el empleo de formas simples de carácter plano o con poco efecto de volumen.- Línea de trazo apresurado, (violento, empastado y agresivo).- Retratos con ácidas alegorías políticas que miran directamente a la cara del terror instalado en Europa- Aglomeración de formas y figuras- Colores intensos y contrastados (aplicados abruptamente en "Die Brücke" y de forma más meditada en "Der Blaue Reiter")- Ausencia de carácter decorativo- Temática con especial atención a escenas de desnudos en el campo o bañándose, escenas urbanas agobiantes y representaciones armónicas de la naturaleza (defensa de los valores de la libertad).- Temas recurrentes pero abordados con diferentes resultados: la guerra, el fascismo, la lucha social, las religiones.- Pintura sombría, preludiando la ruptura y el desastre de la guerra (mirada melancólica y sombría).

Algunas obras
El Guernica, Picasso, 1937.
El Guernica es una expresión de terror. Su origen: un encargo de la II República para una exposición universal en París. Picasso se inspiró en el horror del bombardeo de la pequeña ciudad de Guernica, símbolo de Euzkadi (el árbol de Gernika es símbolo de las libertades vascas).Es una alegoría, hace referencia a los horrores de la guerra: la espada partida, un caballo atravesado por una lanza, chillidos y gritos desgarradores, las mujeres reciben los horrores de la guerra: el fuego, los hijos muertos... los hombres y sus extremidades rotas abajo en los campos de batalla... El misterio del toro que mira con severidad.. ¿Ira? ¿Desesperación?


Figuras envueltas con niños, Henri Moore, 1941.Henri Moore realizó una serie de dibujos sobre los londinenses refugiándose en las estaciones de metro durante los bombardeos de la II Guerra Mundial. Estos dibujos, conocidos como Dibujos de refugios (c.1940 y siguientes), expresan con gran agudeza el impacto de la guerra sobre los ciudadanos indefensos.



El gran paranoico, Dalí, 1936Según la explicación de Dalí "este rostro formado con gentes del ampurdán, que son los mayores paranoicos, fue pintado después de una conversación sobre Arcimboldo con José Maria Sert". La capacidad de asumir la doble lectura de estos cuadros por parte del espectador depende de su grado de paranoia, es decir, de su habilidad para ordenar sistemáticamente las alucinaciones producto del sueño.
ConclusiónEl expresionismo, es básicamente una experiencia grupal que se da en el campo del arte, de artistas relacionados con ideas políticas, con sus propias experiencias estéticas; que pueden estar constituidas por gente que este en un único medio de expresión estética, plásticos, escritores, cineastas; o que también pueden cruzar sus experiencias estéticas. Es una liberación de la expresión artística como mundo subjetivo, que necesita expresarse con violencia, con fuerza, contra variables estéticas del pasado, de la tradición, o absolutamente consagradas, formas que no contienen a estos grupos o donde estos grupos no quieren ser contenidos.La técnica vanguardista, busca responder de manera terriblemente radical a los cambios de una época en crisis y en auge a la vez, intentando desintegrar el dualismo entre forma y contenido. Es por eso que determinadas estéticas como el expresionismo y la condición judía fueron las destinatarias de una persecución más directa, inmediata y decidida por parte del nazismo. La denominación de "arte degenerado" es un ejemplo más de la intolerancia que caracterizó al gobierno nazi, intolerancia cuya base estaba en la total ignorancia y desconfianza hacia valores artísticos distintos de los tradicionales. Perseguían a los artistas, porque sus obras extravagantes invertían la normalidad de los gustos y las necesidades.El arte degenerado, arte prostituido, arte que disuelve los lazos de comunidad, es el arte que los nazis perfeccionaron hasta lograr que la realidad de su política coincidiera con la de sus fobias.El expresionismo fue duramente denigrado y agraviado, pero nunca aniquilado por completo, esto se debió a la necesidad del gobierno nazi de proveerse de enemigos para perpetuarse en el poder, enemigos con violencia, que lucharan con fuerza contra sus ideales.Mientras duró la guerra, el pueblo alemán soportó la destrucción de sus ciudades, las penurias, la muerte de su juventud en los frentes de combate y mantuvo su apoyo al partido Nazi. Pero cuando las consecuencias de la guerra se empezaron a sentir en el territorio alemán, el nazismo temió una posible destitución del poder y potenció su persecución a las minorías.Según Hitler, "la masa se inclina más fácilmente hacia el que domina que hacia el que implora". (14)En este sentido, Beatriz Sarlo define "La lengua del odio", habla de una lengua que no tiene frases interrogativas, en la cual la duda es un lujo para intelectuales. En efecto, ella comenta que la duda es inadmisible en los discursos compactos. Lisa, blindada y sin fisuras, la lengua del odio es una no-lengua porque en ella el sentido siempre es único y no admite variaciones sino repeticiones. La lengua del odio es insistente: golpea sin desviarse. La lengua del odio es sencilla porque fija lugares de una vez para siempre: agredidos y agresores, víctimas y culpables se distribuyen en una trama nítida."No hay discusión en la lengua del odio porque tampoco ella admite la interpretación". (15) (*)

(*) Fuente: Lorena Cortés, "La represión del arte bajo el Nacionalsocialismo", texto realizado en el contexto de la materia Principales corrientes del pensamiento contemporáneo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, en 2005.

Bibliografía(1) Jean C. Manzano. "Nazismo (Nacionalsocialismo)". Obtenido de www.monografias.com(2) S/N. "Nace el partido nacionalista Nazi". Obtenido de http://www.zonaadictos.net(3) Jean C. Manzano. "Nazismo (Nacionalsocialismo)". OpCit.(4) EAF Once Ediciones. "Arte Degenerado III: La Tesis Política". Obtenido de www.geocities.com.(5) Federico Ruiz. "El Fascismo y su dominio psicológico de masas". Obtenido de www.monografias.com(6) Federico Ruiz. "El fascismo y su dominio psicológico de masas". OpCit.(7) S/N. "Chomsky el defensor del Nazismo (otra vez)" en Diario de Maraudeur 18/08/2004. Obtenido de www.libreexpresion.org(8) Adolf Hitler. Mi Lucha Ediciones Modernas, s/f (9) Juan José Saer."Posmodernos y afines". Obtenido de www.elmalpensante.com(10) Adolf Hitler. Mi Lucha. Ediciones Modernas, s/f (11) Thomas Assheuer "La comunidad del pueblo". Die Zeit. Obtenido de www.pagina12.com.ar(12) EAF Once Ediciones. "Arte Degenerado III: La Tesis Política". Obtenido de www.geocities.com(13) Silvina Friera, "Elfriede Jelinek Vida y Obra" obtenido de www.avizora.com(14) Adolf Hitler. Mi Lucha. Ediciones Modernas, s/f (15) Beatriz Sarlo. "La Lengua del Odio". Obtenido de www.pagina12.com.arLibros:· H.W. Jonson - Historia general del Arte - Vol IV: El mundo moderno.Madrid: Alianza editorial, 1991. p.· A. Lettieri - La Civilización en debate - Buenos Aires, Eudeba, 1993. p.· N. Casullo, R. Forster, A Kaufman - Itinerarios de la modernidad. Buenos Aires, Eudeba 1999· A. Hitler - Mi Lucha, Ediciones Modernas, s/f y sle
Web:· www.elmalpensante.com· www.rebelion.org· www.rincondelvago.com· www.artehistoria.com· www.monografias.com· www.arteuniversal.com· www.imageandarts.com· http://okde.org· http://www.rie.cl· http://thales.cica.es· www.pagina12.com.ar· www.avizora.com· www.geocities.com· www.libreexpresion.org· http://sgm.zonaadictos.net· http://es.encarta.msn.com

viernes, 28 de mayo de 2010

La novela europea o un baile de disfraces

TRIBUNA: FÉLIX DE AZÚA
FÉLIX DE AZÚA 27/05/2010


Cada país produce su propia atmósfera literaria. Es impensable, aunque las haya, una novela de Italia ahogada por la lluvia y cubierta de espesa tiniebla; sería una grosería. En las novelas italianas ha de sonar un fondo de mandolina, tienen que corretear adolescentes semidesnudos por la playa y el relato ha de culminar con la deshonra de alguna mujer madura que ha cuidado en exceso su virginidad. La Italia gélida, tenebrosa, batida por el maléfico Boreas queda circunscrita a la escuela socialista milanesa y algún desusado triestino.

La literatura escrita en español tiene un nuevo valor: Patricio Pron destaca con una obra de tono alemán

No hay mayor placer que decir a un joven maestro: "Salve, ahora nos toca aprender de ti"
La agotadora variedad sociogeográfica de Francia, capaz de acoger la penuria bretona, la holgazanería provenzal y la pomposa futilidad parisina, no impone un decorado, pero sí un refinamiento formal inevitable. La novela a la francesa ha de tener un componente estilístico de alto copete, ha de mostrar con toda probidad que el autor es muy inteligente, o por lo menos ingenioso, ya que no hay modo de traducir la palabra esprit. Otra condición sin la cual no puede reclamar respeto es que haya leído a Barthes.

Los ingleses, por el contrario, detestan mostrarse en lo que escriben y seguramente por eso las autobiografías inglesas son las más impúdicas. Tantos años ocultándose tras una prosa sobria, elegante, escéptica, distanciada, llega un momento que provoca un desmelene glorioso. Lo que más teme un escritor inglés es que le confundan con un intelectual francés, raza por la que siente mayor aversión, si cabe, que contra los gritones turistas sureños. En una novela a la inglesa hemos de ir descubriendo muy poco a poco que el personaje que parecía imbécil es, en realidad, el único inteligente, aunque el final del relato nos devolverá a nuestra primitiva consideración.

Hay sin duda una novela rusa con personajes que lloran desolados mientras sus madres tratan de cubrirlos con un mísero gabán de la II Guerra Mundial para que no mueran congelados en medio de la nieve rodeados de botellas de vodka vacías, pero es un género en desuso que va siendo sustituido por la novela de agentes secretos al servicio de cinco países (Estados Unidos, China, Italia, Rusia y Panamá), la de mafiosos georgianos que son, en realidad, los dueños de San Pedro del Vaticano, o la de humoristas aldeanos a quienes Dios se les aparece bajo el aspecto de un reno con chistera. Esto ha hecho casi indistinguibles la novela rusa y la norteamericana, por lo que las dejamos de lado.

La más entera, sin embargo, la más sólida, como no podía ser menos dada su escasa aportación al género, es la novela alemana. En ella hace un frío que congela las arterias y la bruma impide ver más allá de dos me-

siguientetros, pero no hay que decirlo. El protagonista vive rodeado de vecinos que parecen gente amable y aburrida, pero a lo largo del relato iremos constatando que uno está reconstruyendo la Baader-Meinhoff, otro llevó el negocio de jabones de Auschwitz y una cuarta ha escrito una tesis doctoral sobre los fundamentos matemáticos de la torta Sacher.

Los modelos europeos se han ido mineralizando en los dos últimos siglos con la humildad del carbono y en estos momentos no hay un solo inglés que escriba novelas inglesas (escribe novelas italianas, como las de Martin Amis), ningún ruso que no esté escribiendo novelas inglesas, los suecos escriben como suizos, etcétera. Todos menos los franceses, los cuales siguen escribiendo novelas francesas.

¿Y los españoles?, se habrá preguntado más de uno. En la novela española mineralizada ha de aparecer un comisario que entra en su hogar gritando: "¡Soy un cerdo franquista y ahora mismo voy a someter a mi mujer a violencia de género!". O bien un maestro de pueblo que habla con un niñito adorable y le dice: "Como soy un maestro republicano voy a mostrarte las virtudes de la democracia y el humanismo mediante el bello ejemplo de las mariposas". Este modelo tiene variantes, el comisario puede ser un empresario neocon del PP que por las noches se disfraza de obispo afro, o bien el maestro es un transexual gaditano que salva a un niñito adorable de la lujuria del párroco. El modelo, es bien sabido, se encuentra en estado catatónico.

Debe remarcarse, sin embargo, que justamente por tener una historia de la novela tan machacona, los escritores españoles se han ido especializando en novela extranjera y en la actualidad producen cada vez mejores ejemplos de literatura foránea, hasta el punto de que se da el efecto contrario y ahora son los escritores ingleses quienes imitan perfectas novelas inglesas escritas por españoles.

Como solo voy a mencionar amigos íntimos me permito poner algunos ejemplos con la certeza de que no van a apreciar el menor asomo de ironía en mis palabras, sino tan solo reconocimiento y afecto. Así, por comenzar con la novela francesa, ¿acaso algún francés puede mejorar las de Vila Matas o las de Molina Foix? Lo mismo debo decir de Javier Marías y Eduardo Mendoza, cuyas novelas vienen siendo copiadas por los ingleses para desesperación de Paco Umbral, que lo ve todo desde el Cielo e intercambia pareceres con Pérez Galdós. "¡Cómo nos luce el pelo, don Francisco! ¡Aquella prosa suya tan rica en matices y en timbres sonóricos!", dice Galdós. "Pues ya lo ve, don Benito, de esto no sale una Fortunata, ni por decir una Jacinta!", responde Umbral deslizando el pulgar por sobre el grueso volumen de Tu rostro mañana.

La novela italiana debemos reconocer que es ahora un producto que se trabaja exclusivamente en las islas Baleares, con la excepción de la novela triestina tan bien defendida por José Ángel González Sainz, el cual no en vano se ha ido a vivir a aquel apartado puerto del Adriático a jugar a las tabas en un polvoriento café con Claudio Magris, quien no solo le plagia sino que le hace pagar las consumiciones.

Bien, podría seguir, pero todo lo anterior es un engaño. Un Mac Guffin. Una distracción artera destinada a retener la atención del lector con trucos baratos, para llegar a la parte seria del artículo que es un peán del que para mí es ahora el más destacado de los novelistas jóvenes, pero yo me acabo de enterar. Hablo de Patricio Pron, cuyo El comienzo de la primavera es una obra maestra. He utilizado un torpe artificio para ensalzar esta densa y perfecta novela porque no quería mancillar su lectura y creo que lo más resumido sería decir que se trata de una novela alemana en su sentido más noble. Lo cual, en la tradición española, es un hápax.

Si ahora añado que Pron está a la altura del mejor Sebald, del primer Hanke, que se tutea con Bernhard o que ha superado a la Jelinek, no me van a creer, de ahí el tono bufo del artículo, mera cobardía. Y, sin embargo, es cierto. Tan cierto que me ha parecido de justicia afirmarlo en público a la manera del sacamuelas que junta a la clientela para vender jarabe. Un excelente jarabe porque la historia que cuenta Pron es sobrecogedora y forma un tejido muy bien trabado en el que un indagador persigue por media Alemania la huidiza figura de un filósofo discípulo de Heidegger, hasta que la persecución del hombre se convierte en una persecución del concepto y nos deslizamos de la emoción a la reflexión sobre esa frágil sustancia que nos permite creer que somos algo y que los demás pueden llegar a conocerlo. Al final, sin embargo, solo somos una vieja fotografía de la que nadie guarda memoria.

No hay mayor placer que saludar a un joven maestro y decirle "¡Salve! Ahora nos toca aprender de ti". El segundo mayor placer es aprender de los jóvenes.


Félix de Azúa es escritor.

domingo, 16 de mayo de 2010

Manuel Caballero // De archivos y chivatos

El archivo de Bolívar, de la Academia de la Historia al Puente de las Fuerzas Armadas
Que se trasladen los archivos de Bolívar y los de Miranda desde la Academia de la Historia al Archivo General de la Nación, en ninguna parte del mundo provocaría controversia, como no sea en el terreno técnico: que si uno u otro local es el más apto para recibir esos documentos, que si el personal tiene mayor o menor entrenamiento para manejarlos.

Un buen ejemplo de esto se dio en la Escuela de Historia de la UCV siendo Rosalba Méndez directora y Josefina Bernal decanesa de la Facultad: unos seis mil libros donados por la Fundación Lecuna, fueron entregados a la Biblioteca Nacional, donde podían ser mejor ubicados y utilizados. Nadie pretendió hacer una alharaca con un acto normal y corriente ni mucho menos pretender que se estaba descubriendo América o desencadenando una revolución cultural, mucho menos política o social.

Simplemente ridículo

Es por eso que el escándalo armado por el gobierno al quitarle a la Academia Nacional de la Historia el cuidado de esos documentos no es un acto desacostumbrado ni ilegal: simplemente es ridículo. Con el clásico mal gusto militar, se le ha querido dar al acto rutinario de una administración, el carácter heroico de una batalla. ¡Imagínense Uds., arrancar los archivos del Padre de la Patria de manos de esos saporrabúos de oligarcas que los tenían escondidos para que el pueblo no pudiese ver jamás la credencial de miembro del PSUV que el Libertador cargaba en su morral y que sólo mostraba para rematar sus arengas con el consejo tradicional!: (¡Nunca salga sin ella!).

El decreto presidencial y las declaraciones de algunas focas dicen, palabras más palabras menos, eso. En primer lugar, se postula que un bien público como esos archivos no debe estar en manos privadas. De acuerdo, pero lo que estos ignaros no saben es que la Academia no es una institución privada sino pública.

El día de San Simón

Ella fue fundada el 28 de octubre (día de San Simón) de 1888 por Juan Pablo Rojas Paúl, a la sazón Presidente de la República y nunca ha dejado de ser un ente público. Sus archivos, biblioteca y hemeroteca están abiertos al público en horarios normales, en las condiciones que toda institución de ese tipo impone a sus usuarios: por ejemplo, en algunas de los más prestigiosos archivos y bibliotecas del mundo se debe ser, cuando menos, mayor de edad para ingresar allí; y para el manejo de manuscritos antiguos se deben usar guantes y mascarilla, no sólo para proteger esos documentos, sino la salud del usuario.

De modo que esos archivos están a la disposición del pueblo. Pero el problema es que "el pueblo" no siempre está en disposición de consultarlos. Un ejemplo: en la comisión que ha sido enviada a recibir esos archivos, había quienes daban la impresión de que no los hubiesen consultado jamás; que no tuviesen idea de dónde estaban, y que ni siquiera supiesen dónde diablos quedaba la Academia.

Oligarca, ¡temblad!

Hay una persona que, obligatoriamente debía conocer al menos el Archivo del Precursor: tengo entendido que la viceministra Carmen Bohórquez, una de las más vociferantes denunciadoras de esa oligarquía que impedía que "el pueblo" tuviese acceso a los sagrados documentos, escribió un volumen sobre Miranda. Entonces, una de tres: o ella nunca consultó ese archivo, lo cual da una idea de la calidad de ese trabajo suyo; dos, o sí lo hizo, y entonces es una mentirosa de tomo y lomo; o, tres, ella no pertenece al "pueblo" y, por lo tanto es una oligarca (¡temblad!) de uña en el rabo.

Mario Sanoja, obediente a la más mínima voz de mando venida de Fuerte Tiuna, se une al coro: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra al Héroe del Museo Militar, por haber rescatado el archivo del Libertador de las manos de la oligarquía para ponerlo en las del pueblo! Yo creo que los sacrílegos autores del secuestro de esos archivos deberían ser pasados por las armas, comenzando por un tal Mario Sanoja Obediente que, desde hace más de once años, no sólo forma parte de esa corporación oligarca, sino que es hoy mismo su Vicepresidente.

La retórica del traslado

De modo pues que, como se decía al principio, lo grave no es el traslado de unos archivos de un edificio público a otro, sino la retórica que acompaña a ese traslado.

El peligro está en las manos de quienes han de manejarlos, de manipularlos. No nos referimos a algunos pobres diablos que creen que sea "un puesto" lo que les da idoneidad como historiadores, sino al supremo mandamás cuya encadenada y rimbombante retórica copian en todas sus declaraciones: esos archivos, dice, se emplearán para "rescribir" la historia como se debe, o sea, patria socialismo y muerte.

Se dice que el traslado se hará en un acto festivo popular y revolucionario. Imaginamos que allí mismo se entregarán al pueblo esos archivos.

En primer lugar a los gloriosos integrantes de las FACV (Fuerzas Armadas Cubanas de Venezuela, antes FFAANN); y a Lina Ron, a Richard Peñalver, a Darío Vivas y demás desechos sociales.

Con lo cual debe entrarle un fresquito a los investigadores: dentro de poco podrán recuperar esos documentos a vil precio bajo el puente de la Avenida de las Fuerzas Armadas.

sábado, 15 de mayo de 2010

Ana María Valeri // La Academia Nacional de la Historia y sus archivos

El traslado de los archivos de Bolívar y Miranda a una sede distinta a la de la Academia Nacional de la Historia tendría sentido únicamente si sus custodios no hubiesen guardado escrupulosamente su contenido. No es este el caso. El espacio separado especialmente para ello observa las condiciones obligatorias para la conservación de fuentes documentales de esta categoría. Y la sede de la Academia es por antonomasia el lugar en cuyo vientre deben ampararse tan valiosas reliquias.

El decreto caprichoso asoma como antojo de media noche. Quién sabe si el amo del valle intentará leerlo durante el insomnio mientras planea la quincuagésima versión de un magnicidio, o sirve para transportarse doscientos años atrás, mientras se disfraza de héroe manoseando una espada cuya réplica ha sido regalada a medio mundo.

Todo ello es ya suficientemente disparatado como para, además, bajo el pretexto de que los archivos estaban secuestrados por una parte de la oligarquía, sustentar tal osadía en la intención de permitir el acceso al público sobre tales documentos, como si no fuera ya eso posible gracias a la digitalización que se ha hecho de los mismos y a las publicaciones que ha desarrollado la Academia. Peor aún será el hecho de que se versione el contenido histórico bajo la supervisión del curador de marras.

Ningún gobierno es dueño de las letras que nos prueban con detalle el pensamiento y la acción de quienes nos precedieron. Los autores nos legaron una herencia de la que la Academia ha sido vigilante celadora así como diligente gestora para la obtención del reconocimiento por parte de la Unesco sobre sus tesoros, que dicho sea de paso, pertenecen a todos los venezolanos. La Academia Nacional de la Historia pierde sus joyas más preciadas. Por fortuna, Venezuela cuenta entre sus hijos hombres y mujeres tan honorables como sus trabajadores y directivos.

No alcanzamos a imaginar que de aquí a poco la Academia Nacional de la Historia cambie su nombre y se convierta en algo así como el Cuartel de las Memorias de la Insurgencia, Luis Pellicer dixit, -director del Archivo General de la Nación-, donde, en lugar de la majestad y el respeto que inspiran sus pasillos y el recuerdo colonial que nos ataja entre sus columnas, nos encontremos con reliquias de santería caribeña, bustos del Che y Marulanda.

Y conste que no somos precisamente devotos de la aproximación casi religiosa en el culto a los héroes tan necesarios para nuestras latitudes. Al contrario, hemos hurgado en el fenómeno de la divinidad atribuida a hombres virtuosos de algún tiempo y no nos sentimos cercanos a tales fanaticadas, y así como nos confesamos irreverentes ante la magnificación de sus hazañas pasadas cuando se anteponen a la atención de las necesidades y los retos del progreso en la actualidad, también reconocemos sus causas sin mezquindad.

De manera que no es la deidad de los semidioses lo que vemos profanado. No es una imagen caída la que nos preocupa, sino la violencia que la destruye. No son las piedras preciosas incrustadas en una joya de orfebrería, sino el símbolo que ayer inspiraba admiración y hoy es deslucido con irreverencia. No es la materia, es el afecto. Es la pérdida de consideración y respeto a los iconos que considerábamos intocables y hoy son utilizados como propaganda de un autócrata con delirios de grandeza. Es la indiferencia ante la caligrafía escrita por quienes no lograrán descanso en su última posada, al ver, desde el más allá, que el trazo de sus hojas grabado con sudor es ajado por estupidez.

Es, a la vez que el disgusto que provoca conocer del mal uso y la destrucción de nuestra memoria histórica, la desazón que invade el alma con el silencio de los apáticos.



anamariavaleri@gmail.com

jueves, 6 de mayo de 2010

En defensa de una libertad frágil


TEXTO DE REFERENCIA: XXVII Premios Ortega y Gasset de Periodismo

Juan Luis Cebrián reflexiona en su discurso sobre el futuro de los periódicos y el periodismo
JUAN LUIS CEBRIÁN 05/05/2010


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El 10 de noviembre de este año se cumple el bicentenario del primer decreto en la historia de España que aprobó la abolición de la censura y la implantación de la libertad de prensa. La Declaración de Derechos de Virginia, en 1776, y la de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en la Francia revolucionaria de 1789, fueron los precedentes más directos de dicha norma, que posteriormente sería incluida en el articulado de la Constitución de 1812. El artículo primero del decreto citado declaraba la libertad de las corporaciones y de las personas particulares de "escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin censura previa". De modo que, desde su instauración, la libertad de imprenta se configura como la ausencia de cualquier tipo de imposiciones que eviten la publicación o difusión de noticias o ideas que no satisfagan a la autoridad competente. Esta libertad de imprenta fue uno de los logros más importantes del programa revolucionario de la burguesía liberal y sus consecuencias resultaron formidables. En línea con el pensamiento de la época, los liberales consideraban que la libertad de expresión era la base de la libertad en general. De modo que, desde hace más de dos siglos, el derecho a informar y a estar informado, a comunicar libremente noticias y opiniones y, en general, a la libertad de expresión del pensamiento, forma parte en las Constituciones democráticas del elenco de derechos políticos e individuales de los ciudadanos. Todas estas cosas, bien conocidas desde hace más de dos siglos, siguen sin ser entendidas cabalmente por los poderes actuales, y es frecuente toparse a cada paso con la indignación inquisitorial de algunos de ellos, o de todos a la vez, cuando se sienten conmovidos por el ejercicio de esa libertad.


Contra el abuso de poder, periodismo
La noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
El periodismo tiene que volver a sus fuentes: verificar y contar la verdad

Hay quien se pregunta si la gratuidad acabará con la calidad

Quizás desaparezcan o no los diarios, pero no han de hacerlo los periodistas

El lector mantiene la adhesión; lo propio de la Red es la navegación, el surf

Somos sólo intermediarios: la información es de la comunidad

El poder tiende a ver conspiración donde hay disentimiento
Las democracias son regímenes basados en la opinión pública. La expresión formal de esta se transmite en las urnas, de forma periódica, mediante el sufragio universal y secreto. Pero para que ese acto pueda, a la vez, ser libre y responsable, los ciudadanos tienen necesidad de estar informados, han de ser capaces de conocer y discernir sobre las diversas opciones electorales, poder analizarlas y pronunciarse sobre ellas.

La implantación de la libertad de prensa en Cádiz alumbró una nueva era en la política de nuestro país, que vio nacer el mito de las dos Españas al amparo de las discusiones entre liberales y serviles de la época, y sirvió también de fermento revolucionario en las provincias ultramarinas. A raíz del decreto de 1810, los diarios se multiplicaron casi por centenares a uno y otro lado del Atlántico; se abrió el espacio de la política; se institucionalizaron las tertulias, literarias o no, y proliferaron los movimientos cívicos y solidarios, no todos necesariamente al abrigo de la denostada francmasonería. En definitiva, los ciudadanos comenzaron a sentirse partícipes del poder. Escritores e intelectuales que hasta entonces se habían refugiado en otros géneros buscaron en el periodismo un medio más efectivo y urgente de dar a conocer sus ideas y sus personas. Alcalá Galiano, Mesonero Romanos o Larra son buenos ejemplos de ello en la Península, mientras en la otra orilla de España los independentistas fundaban publicaciones en las que clamaban por la libertad. Un criollo de la Nueva España, don José Fernández de Lizardi, autor de la primera novela moderna de América Latina, publicaba al amparo de las libertades proclamadas en el istmo gaditano su periódico El Pensador Mexicano, desde el que se pronunciaba valerosamente contra el régimen esclavista de la colonia y a favor de la separación de la Iglesia y el Estado. La Inquisición se encargó de que acabara con sus huesos en la cárcel. Con el parlamentarismo político nació, en resumidas cuentas, el periodismo tal y como ha llegado hasta nuestros días. Aunque los inquisidores vistan hábitos distintos, quienes como yo pertenecen a la generación del 68 lamentamos que el puritanismo de los nuevos tiempos haya olvidado la máxima, a un tiempo romántica y sublime, que campeaba en los muros de la Sorbona madrileña: prohibido prohibir.

Nacida nuestra profesión al albur de las revueltas populares contra la nobleza y el clero que apoyaban el absolutismo, los periodistas tendemos con frecuencia a suponer que somos los representantes de la opinión pública. Esta es una afirmación cuando menos discutible. Más que representarla, contribuimos a formar esa opinión, y no es de extrañar por lo mismo que los constituyentes gaditanos se decidieran a enmarcar la libertad de imprenta en el apartado dedicado a la Instrucción Pública. A partir del triunfo de los parlamentarismos, los periódicos jugaron un importante papel de mediación entre gobiernos y ciudadanos, que se ha visto reforzado a lo largo de la historia con la llegada de la radio y la televisión. Ya a mediados del siglo XX se consideraba que nos encontrábamos ante una sociedad fundamentalmente mediática, y la importancia de los medios de comunicación a la hora de analizar el ejercicio del poder en las democracias modernas está fuera de dudas. Pero desde hace un par de décadas el panorama ha cambiado por completo. La irrupción en nuestras vidas de la red de redes (world wide web) ha trastocado prácticamente todos los modelos de relaciones sociales hasta ahora conocidos y, coincidiendo con la actual crisis financiera, los medios se encuentran ante un complejo proceso que les lleva a preguntarse por su supervivencia.

Desde el nacimiento de la Red en 1989, la sociedad de la información ha recorrido un largo y rápido camino, desarrollándose a pasos agigantados prácticamente en todo el mundo. Con la expansión del correo electrónico, primero tuvimos la web.1.0 orientada a la comunicación y al comercio. Sufrió la primera crisis a principios de este siglo, cuando el estallido de la burbuja que provocó la quiebra de las puntocom. Surgió después la web 2.0, constituida por las redes sociales y basada en la comunicación entre personas y comunidades. Y, al tiempo, se desarrollaron los portales P2P, que permiten el disfrute en línea de todo tipo de contenidos, empaquetados por nuevos intermediarios que no se sometían, ni se someten, a control ni jerarquía conocidos, intercambiando archivos gratuitos realizados por otras personas que han invertido su tiempo y su dinero. Se implantó así el principio de gratuidad en el funcionamiento de la Red y se destruyeron los modelos de negocio tradicionales. La industria musical primero, la de la información ahora, vieron derrumbarse verdades que parecían inmutables, y nos hallamos ahora todos, gobiernos y ciudadanos, inmersos en un debate casi apocalíptico sobre el futuro de los medios. Hay quien se pregunta si, cuando la gratuidad de los contenidos se generalice a escala mundial, se acabará la información contrastada y fiable, el conocimiento no adulterado y las películas y música de calidad.

Hoy existen 1.200 millones de personas conectadas a redes sociales, casi 200 millones de páginas web y cerca de 2.000 millones de usuarios de Internet en el mundo, la mitad de los cuales tienen entre 15 y 34 años. La Red se ha instalado en nuestras vidas, y es difícil imaginar que en la actualidad pudiéramos prescindir de ella para buscar y obtener información, acceder al conocimiento, investigar en no importa qué especialidad, controlar la salud pública, implementar procesos educativos, comprar productos o realizar transacciones. Estamos ante un cambio social y cultural de grandes dimensiones que comporta nuevos valores y actitudes, y exige también nuevas pautas de comportamiento. Aunque algunos parece que se hayan visto pillados por sorpresa en este proceso, hace más de 10 años que podíamos prever muchas de las cosas que han venido sucediendo. Numerosos testimonios en infinidad de libros y publicaciones de todo el mundo dan prueba de ello. Pero obsesionados por el día a día y los resultados a corto plazo, los dirigentes políticos, los líderes sociales, los intelectuales y los empresarios hicimos caso omiso de las señales de alerta. El pinchazo de la burbuja digital sirvió de motivo, o de pretexto, para paralizar muchas investigaciones y para que el mundo del poder establecido mirara con desconfianza una civilización nueva que se abría paso en los dormitorios universitarios de Estados Unidos y en los garajes donde los adolescentes acostumbraban a ensayar con sus grupos de rock. En la discusión sobre si las nuevas tecnologías eran y son una amenaza o una oportunidad para los medios de comunicación tradicionales, todos optamos por declarar esto último al tiempo que nos aprestábamos a adoptar una actitud defensiva. Y en el fragor de la batalla olvidamos velar por la supervivencia de valores intrínsecos a las sociedades democráticas que corren peligro de perecer si no se corrigen algunas realidades de la globalización.

Algunos pueden pensar que este acto de entrega de los Ortega y Gasset, que ya goza de tradición en el periodismo madrileño, es el marco menos apropiado para declarar algo sobre lo que tengo una firme convicción: el mundo de los diarios tal y como lo hemos vivido toca a su fin. No constituirán más esa especie de imperios industriales verticalmente integrados en torno a los cuales se socializaban todas las relaciones de poder. Naturalmente deseo que los periódicos sigan existiendo, pues ya va para 50 años el tiempo que los llevo fabricando, pero tienen que cambiar su naturaleza, su modelo productivo, su mirada sobre los acontecimientos y sobre sí mismos, si quieren pervivir. Nuestra obligación es controlar y dirigir ese proceso, orientar los cambios, y será imposible hacerlo si nos resistimos a ellos.

La pervivencia del reinado de la información, su influencia en el comportamiento de los ciudadanos, su centralidad en la organización de la sociedad, están garantizadas por las nuevas tecnologías digitales. La de los diarios, no necesariamente. Un diario es un microcosmos en cierta medida cerrado, corresponde a una manera de ver las cosas, una concepción del mundo, que no puede reproducirse en un universo tan convergente, fragmentado y ambiguo como el de Internet. La comunidad lectora que suele agruparse en torno a un periódico tiene comportamientos, sensibilidades y actitudes diferentes a las de las comunidades en red. Un lector habitual mantiene una adhesión, una solidaridad y un compromiso con su diario incomparable a los que puedan exhibir los usuarios de una página en la web. Salvo que uno se sienta prisionero del entorno de su comunidad virtual, lo propio de la Red es la navegación, el surf, deslizarse sobre las aguas, buscando las olas, desafiándolas, traicionándolas. Los periodistas, sin embargo, nos seguimos acercando a esta como si las antiguas normas siguieran vigentes.

Prácticamente no hay nada del conocimiento humano, incluso del conocimiento supuestamente secreto, de los servicios secretos de inteligencia, que no esté en la Red. Lo que puede faltar es la capacidad técnica para acceder a ella o la preparación para poder analizarla o comprenderla. En esta situación se produce un cambio de paradigma en el que los criterios y valores tradicionales no sirven para analizar la realidad. Siempre hemos pensado que la credibilidad y el rigor de los periódicos eran la base, entre otras cosas, no sólo de su influencia política sino de su beneficio económico, de su rentabilidad o de su configuración como empresa. El desarrollo de las noticias en la Red pone de relieve que más cantidad no significa más calidad, ni más credibilidad, ni más rigor, ni más rentabilidad.

Decía antes que muchos parecen haber sido cogidos por sorpresa cuando sus negocios, sus profesiones y, en cierta medida, su propia existencia, se ve arrumbada por la ola digital. El profesor Meller, en su libro Vanishing Newspaper formula una profecía: en el año 2043 dejarán de existir los periódicos escritos. En realidad lo que dice Meller no es que desaparecerán los diarios sino los lectores, no habrá nadie que los lea y que los compre y, por tanto, las empresas no los publicarán. Bill Gates, Rupert Murdoch, y muchos otros autoproclamados gurús de la actual situación, han declarado hasta la saciedad que "en el próximo decenio todos los diarios dejarán de existir". Verdad o no, los datos no son muy halagüeños: desde enero de 2008 se han suprimido 21.000 empleos de periodistas en los periódicos estadounidenses y más de 3.000 en España. En los últimos tres años, más de mil periódicos se cerraron en aquel país, y sólo un porcentaje relativamente escaso de ellos sobrevivió gracias a su migración a la Red.

Datos semejantes sirven para ilustrar lo fundado de los temores respecto a la pervivencia de la prensa periódica en las democracias occidentales. Algunos tratan de consolarse sugiriendo que, dígase lo que se diga, una buena razón para que los periódicos sigan existiendo es que siempre los ha habido. No puedo imaginar -dicen- tomar el café del desayuno sin leer mi diario, o prescindir de él para educar a mi perro amenazándole con el ruido de sus hojas, y mucho menos ignorar que es un instrumento cómodo, muy flexible capaz de ser utilizado en la cama. Es verdad que a lo largo de la historia los diarios han recibido los más variados usos. Miguel de Unamuno los utilizaba para abrigarse, entre el chaleco y la camisa, en las frías mañanas salmantinas, presumiendo así de andar a cuerpo, y las gentes de mi generación nos servíamos de ellos para envolver la basura o proteger de las pisadas los suelos recién fregados. En cualquier caso, hace tiempo que el periódico no es el principal sistema de transmisión de las noticias. Desde años atrás, tantos como 30 o 40, más del 70% de la población se entera primero de ellas a través de la televisión y ahora, en los países desarrollados, casi la mitad de los ciudadanos lo hace por Internet. Si tienen menos de 30 años, ese porcentaje sube hasta el 60% o 65%

El papel de los diarios en la formación de la opinión pública mediante análisis, comentarios y debates, que es primordialmente a lo que se dedican, junto al periodismo de investigación, tiene ahora que competir con la eclosión de confidenciales, intercambios en las redes sociales, twitters, youtubes, y demás familia. Gentes que viven bajo regímenes represivos escapan a la censura informando sobre los hechos gracias a los vídeos captados y transmitidos con sus teléfonos móviles. El control jerárquico y vertical del poder está llegando a su fin. Sin embargo, el tamaño de los mensajes que algunas de estas herramientas permiten difícilmente puede generar reflexiones y espacios alternativos autónomos, aunque sean capaces de producir nuevas formas de movilización y liderazgo, de planear campañas electorales y, en definitiva, de hacer política. Internet es un entorno muy democrático en todos los sentidos, muy igualitario y muy participativo: cualquiera puede decir u oír lo que le parezca cuando le parezca. Aunque para muchos lo de menos es que sea verdad o mentira.

La tecnología actual en manos de los ciudadanos está provocando gigantescos cambios sociales porque el poder de la comunicación reside ahora en gran medida en manos de los votantes. En las elecciones presidenciales de 2008 se vieron 1.500 millones de vídeos sobre Obama y McCain en YouTube, y sólo uno de cada diez eran propaganda política. ¿Qué significaba eso? Que la maquinaria de los partidos había perdido el control. Con 4.000 millones de teléfonos móviles en poder de la gente (prácticamente la mitad de la humanidad conectada), es obvio que la democracia representativa tiene que cambiar.

Pero hay valores que no deben hacerlo: la información es un bien público administrado profesionalmente por determinadas personas, los periodistas; pero pertenece a la comunidad, al colectivo de los ciudadanos y a cada individuo en particular. Los periodistas somos tan sólo intermediarios. Como dice Eugenio Scalfari, gente que cuenta a la gente lo que le pasa a la gente. Qué pueda significar eso en un mundo en el que la propia idea de mediación desaparece, en el que el narrador es a la vez protagonista y primer oidor de los hechos que narra, es algo que todavía, como dicen los castizos, está por ver. Pero, mientras llega ese momento, el periodismo tiene que volver a sus fuentes: verificar la información y contar la verdad.

Podemos preguntarnos si sobrevivirán o no los periódicos en un estadio más o menos parecido al actual, cuántos han de hacerlo y de qué manera van a ser financiados. Pero, en realidad, la interrogante reside en saber qué tenemos que hacer los periodistas y los editores, las autoridades y las instituciones legislativas, si queremos que sigan existiendo. Antes de elaborar las respuestas a nuestros problemas es preciso definir bien en qué consisten: hasta qué punto la clase política y el sistema de las democracias se sienten amenazados o no por la eventual desaparición de la prensa impresa como lugar privilegiado para el debate en la gestión del espacio público compartido. La experiencia enseña que, en no pocas ocasiones, el poder se siente más aliviado que concernido ante las malas noticias que sobre el futuro de la prensa llegan.

Desde hace mucho tiempo, la cobertura informativa, las noticias, no es ni todo ni lo más importante de lo que nos han dado los periódicos. Han ejercido en nombre de la opinión pública una poderosa influencia sobre el Estado, denunciando errores, desvelando corrupciones, agitando y propiciando la diversidad. Hoy, dicha influencia corre peligro. Todavía ahora, la prensa sigue siendo un fenómeno cultural, social y económico de gran trascendencia en la vida en la colectividad. Por eso su fin como cuarto estamento, como eso que se denominaba antes el cuarto poder, implica un cambio formidable en el funcionamiento de los sistemas políticos. Los periódicos han ayudado a controlar las tendencias al desvarío tanto en el Gobierno como en los negocios. En un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial en 2003 se analizaba la relación entre corrupción y la libre circulación de los diarios por persona. Los autores llegaban a la conclusión de que cuanto más baja es la circulación de periódicos de un país, más alta es la posición de dicho país en el índice de corrupción.

Cuando en 1972 una patrulla de la policía local de Washington descubrió una operación de espionaje en la oficina del Partido Demócrata, el Washington Post acababa de salir al mercado de capitales y tuvo que enfrentarse a numerosas presiones, tendentes a parar los pies a los reporteros del diario encargados de la investigación sobre prácticas delictivas en la Casa Blanca. Los abogados y gerentes del diario avisaron de los peligros que encerraba un enfrentamiento abierto con el poder, que acabaría por redundar en perjuicio de los accionistas, dañando el mercado publicitario y arriesgando la renovación de las licencias de televisión que la empresa tenía. Katherine Graham comprendió de inmediato que un diario es una empresa mercantil, y como tal se debe a sus accionistas, pero estos saben que invierten en algo que constituye también un órgano de opinión pública, por lo que su obligación es servir, antes que nada, a los ciudadanos. Esta es la filosofía que entonces triunfó, sobre cuya vigencia cabe preguntarse hoy, ante las modas en boga, las nuevas realidades y las diferentes amenazas que sobre la libertad de expresión se ejercen. El equipo de Nacional de EL PAÍS, a quien ha correspondido uno de los Premios Ortega de este año, fue capaz de descubrir y denunciar el caso Gürtel de corrupción política, a pesar de los numerosos intentos y las presiones de muchos sectores por ocultar la verdad. Durante los 14 meses que duró la investigación, importantes dirigentes políticos pretendieron ocultar la verdad, torpedeando y descalificando las informaciones que EL PAÍS ofrecía, minimizando hasta el ridículo su importancia, y esgrimiendo todo tipo de amenazas contra la Redacción. El premio a los redactores de la sección Nacional de EL PAÍS pone de relieve la contribución que el buen periodismo es capaz de seguir haciendo a las libertades democráticas. Quizás desaparezcan o no los diarios, pero nunca han de hacerlo los periodistas, cualquiera que sea su medio de expresión, si no queremos que la convivencia democrática se vea seriamente dañada.

Esta función social que los profesionales del periodismo ejercen incorpora, no obstante, peligros mayores que las amenazas de los burócratas o el ceño fruncido de algunos jueces. En lo que va de año han muerto ya 42 periodistas en todo el mundo, víctimas de la violencia ejercida contra ellos. Aunque algunos corresponsales de guerra cayeron durante y después de la invasión de Irak en 2003, la mayoría de los fallecimientos fue de reporteros locales que cubrían historias cuyos protagonistas no querían que se conocieran. El narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción política están con frecuencia detrás de esos asesinatos, a los que habría que sumar las intimidaciones y estragos causados por las actividades del terrorismo de cualquier especie. Judith Torrea, galardonada hoy por su blog Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico, es una de esas reporteras que ha sabido desafiar al miedo y demostrar la utilidad y versatilidad de las nuevas tecnologías a la hora de ejercer un periodismo profesional de calidad, al servicio de la comunidad lectora, capaz de sacudir la conciencia pública. Lo mismo que José Cendón, cuyo reportaje Somalia en el fin del mundo pone de relieve las difíciles circunstancias en las que miles de profesionales de todo el mundo tienen que desenvolverse a la hora de comunicar a los demás una realidad tan oscura y deshuesada como la de la globalización de la pobreza.

De la libertad de prensa, cuyo segundo centenario conmemoramos ahora en nuestro país, se esperaba que sirviera para la difusión de informaciones y para el debate entre las gentes, de forma que los ciudadanos tuvieran elementos suficientes a la hora de emitir su juicio; pero también se confiaba en que gracias a ella estarían preservadas las restantes libertades y se pondría un freno a la arbitrariedad y el despotismo de los poderes públicos.

Entonces, como ahora, la libertad de prensa tuvo sus detractores, reaccionarios serviles que veían en ella una de las bestias negras destinadas a destruir el orden constituido y a favorecer la penetración de ideología y concepciones desviadas respecto a la ortodoxia oficial. La historia demuestra que la libertad es siempre un bien escaso y frágil, en cuya defensa cualquier vigilancia es poca y cualquier empeño insuficiente. Cuando desde instancias corporativas, sean jurídicas, legislativas, del poder constituido o de la oposición rampante, nos llueven protestas por las presiones que se ejercen sobre ellos con la publicación de noticias u opiniones que afectan a la respetabilidad de su función, es preciso recordar, una y otra vez, que la función de las autoridades democráticas no es defenderse de las críticas adversas, sino amparar y proteger por todos los medios legales posibles su existencia. El poder tiende a ver conspiraciones donde sólo hay disentimiento, y la capacidad recuperada de los ciudadanos de hacer oír su voz frente a lo que consideran injusto.

Por eso es hoy tan grande nuestra satisfacción al poder reconocer la excelencia del periodismo, de toda una vida entregada a él, en la persona de Jean Daniel, cuya condición de intelectual de primera línea, de pensador y hombre de acción, no le han apartado en ningún caso de su profesión de periodista, en la que se desempeña con la humildad y la ausencia de arrogancia que sólo en los más grandes maestros es posible reconocer. Amigo y compañero de Albert Camus, que fue el filósofo de la modernidad, Jean Daniel encarna en su biografía personal y profesional la imagen definida y fiel de todo lo mejor de nuestro oficio. Como Camus, y en palabras de este, ha sabido a lo largo de su muy dilatado ejercicio defenderse y luchar contra los peligros de nuestra profesión: "Someterse al poder del dinero, halagar, vulgarizar, mutilar la verdad con pretextos ideológicos: despreciar al lector". Cualquiera que sea el futuro de los periódicos impresos, resistirnos a ello es el destino de nuestra profesión desde hace más de 200 años. Un oficio que a la postre responde a la misma capacidad de asombro que animaba a los filósofos. O, por decirlo como Larra en el Duende Satírico del Día, a "un deseo de saberlo todo que nació conmigo, que siento bullir en todas mis venas, y que me obliga más de cuatro veces al día a meterme en rincones excusados para escuchar caprichos ajenos, que luego me proporcionan materia de diversión para aquellos ratos que paso en mi cuarto y a veces en mi cama sin dormir; en ellos recapacito lo que he oído, y río como un loco de los locos que he escuchado".


Texto íntegro del discurso pronunciado por Juan Luis Cebrián en la entrega de los premios Ortega y Gasset.

sábado, 1 de mayo de 2010

"La libertad es una tarea que aún está pendiente"


ENTREVISTA // Xavier Reyes Matheus, escritor venezolano
"Para Miranda, el diseño institucional del Estado debía tener a raya los abusos del poder"

El escritor Reyes Matheus, dice que Miranda cuestionaba tanto el poder de los reyes como la tiranía de las masas (Vicente Correale)
El escritor venezolano Xavier Reyes Matheus, ha encontrado en la historia del general Francisco de Miranda, un camino que ilumina aún las esperanzas de libertad de la sociedad venezolana. Ganador en España del premio "Bicentenario 1808", por su ensayo "Más Liberal que Libertador, Francisco de Miranda y el nacimiento de la democracia moderna en Europa y América", Reyes viajó desde Madrid -donde reside- a Caracas, invitado por Cedice, para participar en eventos relacionados con el 200 aniversario de la independencia venezolana.

-¿Por qué sirve Miranda para contrastar la Venezuela que buscaba la independencia con la de hoy?

-Yo creo que el tema fundamental a propósito del Bicentenario debería ser la democracia y no la independencia. La democracia es el tema de nuestro tiempo, no solamente para Venezuela, sino para toda la sociedad occidental. Es un concepto que no debe dejarse difuminar y sobre el que hay que reflexionar todo el tiempo y creo que Miranda, fue quizás el hispanoamericano que mejor reflexionó sobre el origen y el diseño del sistema democrático.

-Pero el eje central que movía a los libertadores era la independencia de la colonia española

-Así fue. Pero Miranda -antes de 1810- llevaba ya 30 años pensando y meditando a propósito del sistema que convenía instaurar, no solo en Venezuela sino en lo que él llamaba Colombia, que era todo el continente. Cuando Miranda deserta del Ejército español, dice que su principal interés es recorrer el mundo para comparar sistemas de gobierno. Está poseído de esta idea ilustrada de que la libertad era posible en el orden político y en el orden social y que por lo tanto había que meditar cuáles eran los sistemas que podían garantizarlo. .

-¿Cuál era la concepción de democracia de Miranda?

-Lo más importante para Miranda era el diseño de las instituciones. Era importante para él superar el poder absoluto de los Reyes, el poder propio del antiguo régimen, pero también era importante evitar la tiranía de las masas y eso es lo que aprende de la Revolución Francesa. Aprendió además, que el poder utilizado en nombre del pueblo, puede ser igual o más despótico que el poder de los reyes ejercido en nombre del Derecho Divino. Entonces el diseño institucional del Estado, debía tener a raya los abusos del poder, venga de quien venga, y la única manera de garantizar ese orden de libertades era la democracia representativa.

-¿Cuál era su concepción sobre la propiedad privada?

-Miranda se da cuenta de que la democracia moderna tiene que ser representativa, no podía ser participativa. En ese sentido piensa que es muy importante la paz social e instituciones capaces de representar al pueblo, y para que haya paz social tenía que haber propiedad privada.

-En su ensayo comenta la existencia de nuevas formas de opresión.

-Es evidente que la libertad es una entelequia, si los ciudadanos no la experimentan en sus forma de vida. La libertad debe ser más que una declaración de intenciones, tiene que ser una forma de vivir en la que el hombre pueda desarrollarse libremente con la menor cantidad de impedimentos de parte de la autoridad. Si el sistema, no garantiza el acceso a todos los bienes de los cuales el hombre libre puede disfrutar, quiere decir que la opresión continúa. Miranda sabía que la pobreza es causa de opresión siempre.

-¿La libertad es entonces una tarea pendiente en las sociedad venezolana?

-Claro que sí. Sigue siendo una tarea pendiente, en la medida que sigue siendo una tarea pendiente la prosperidad.

-¿Por esto su aseveración, que "La libertad es más que la ruptura con la Colonia"?

-Si el asunto de la independencia se enfoca solo como una guerra de liberación, se está simplificando groseramente, porque la independencia era solo un medio, el fin era la sociedad libre y moderna. Es cierto que la independencia se hizo con una guerra y la guerra ha sido siempre cosa de militares. Pero ese era el medio, lo importante era la república que debía instaurarse y garantizar ese orden de libertades. Miranda abogó mucho dentro del Congreso Constituyente para que fuera una república civil, que se dividieran los poderes y se simplificara el aparato militar. Por otra parte, se le ha hecho a Francisco de Miranda una mala propaganda, porque todo el mundo lo reconoce como el "Generalísimo", es decir, el militar de militares, pero, por su perspectiva de la democracia que debía crearse era absolutamente civil.